domingo, 17 de julio de 2011

Aeropuerto sin cafeteria

 
Se trata del aeropuerto de León. Según informa la prensa local, nadie quiere esa cafetería: "AENA declara desierto el concurso para adjudicar la explotación de los servicios de restauración y (…)
 
Se trata del aeropuerto de León. Según informa la prensa local, nadie quiere esa cafetería: "AENA declara desierto el concurso para adjudicar la explotación de los servicios de restauración y de tienda de la nueva terminal, cerrados hace casi cinco meses".
El presidente Rodríguez Zapatero inauguró la nueva terminal en octubre de 2010. Como sucede  en este tipo de actos, en aquel momento todo era fiesta y optimismo. Pero todavía hoy, el tráfico aéreo brilla por su ausencia, como los cielos con nubes y sin aviones. Y, lógicamente, si no hay vuelos ni pasajeros, tampoco habrá quien compre  prensa y recuerdos típicos o se deje la cartera para  tomar un café.
 
Zapatero anuncia su regreso a León para cuando deje la Moncloa. En su día, le declaró conmovido a su mujer que había en España cientos de miles de personas capacitadas para desempeñar la presidencia del Gobierno. Por tanto, puede marcharse sin cargo de conciencia. Y como es aun un señor joven, en León podría intentar ponerse a trabajar; por ejemplo, gestionando la cafetería del aeropuerto. Al fin y al cabo, es el responsable de esa ampliación de la terminal. En España sigue siendo normal que algunas obras públicas se levanten en función de intereses caciquiles, y no porque se aprecie una necesidad real. Claro que estamos todavía por encima de países como Argentina o Zaire. Pienso en los 2.400 m de pista de aterrizaje, apta para reactores, que el presidente Menem mandó construir en su pueblo, Anillaco (190 habitantes). Algo similar hizo el presidente Mobutu en Zaire, en medio de la selva. Cuando AENA amplía la terminal de León para honrar al presidente, o la de Málaga para que la ministra de Fomento pueda quedar bien (y rebañar votos) ante sus paisanos, siempre se pueden invocar argumentos técnicos debidamente maquillados. Menem y Mobutu no tenían necesidad de dar explicaciones a nadie.
 
En España tenemos cuarenta y siete aeropuertos públicos y seis privados. Hace un par de años se ha inaugurado el de Ciudad Real -privado, pero impulsado por la Junta de Castilla-La Mancha y la correspondiente Caja de Ahorros-, que ha desplegado la pista de aterrizaje más larga de Europa (4.000m) y no tiene tráfico.  En Barcelona cuentan con la espectacular T 1. Es una maravilla de la arquitectura y del diseño, pero cabe dudar de la auténtica necesidad de una inversión tan cuantiosa. Parece que el argumento determinante para su construcción fue la -consabida- comparación con Madrid: si Barajas tenía su T 4, El Prat no podía ser menos. Con esta ligereza olímpica se gastan los millones a miles y se excava el déficit público que padecemos. Muy pocos de esos aeropuertos son rentables, y así no sorprende que AENA se encuentre en una situación crítica.
 
Además del clientelismo, se advierte en esta dinámica constructora otro efecto perverso de la lógica autonómica. Cada comunidad quiere ser autosuficiente en todos los aspectos, pues consideraría humillante tener que depender de una autonomía vecina para cualquier efecto, desde los estudios universitarios hasta los transplantes de órganos. En los años sesenta u ochenta ocurría en los pueblos con las piscinas y los polideportivos, luego con las casas -edificios, más bien- de cultura. El resultado es un incremento del gasto que apenas se justifica, y un deterioro de la calidad de las prestaciones ofrecidas: falta masa crítica para que se pueda asegurar la experiencia exigida por un servicio de calidad.
 
Un aeropuerto sin cafetería es un problema, sin duda. Pero, ¿qué hacer cuando lo que faltan son vuelos? ¿Quién responde de esa demencial política de obras públicas? ¿Habrá que convocar un concurso público -más gastos- para encontrar un uso alternativo a tantos kilómetros de pistas en desuso? ¿Será esto de los aeropuertos un mal -digamos- pasajero?
 
Publicado en El Norte de Castilla

sábado, 2 de julio de 2011

Nueva leyenda castellana

 
Siguiendo la costumbre del siglo XII, la Junta de Castilla y León, a través de la «Fundación Villalar» ha editado una nueva leyenda de héroes (los castellanos) y villanos (los leoneses), que lleva por título «Historia de Castilla y León en cómics».
 
Esta historia es un completo disparate de principio a fin. Empieza por el título, Historia de Castilla y León, un reino que nunca existió La historia comienza en Atapuerca hace unos 300.000 años. Los primeros pobladores ya eran conscientes de que formaban el Reino de Castilla y León, por eso, en sus pinturas rupestres dibujaban leones y castillos.
 
En su contenido, los personajes leoneses más ilustres como Ramiro II, Alfonso VI o Alfonso IX son caracterizados como marionetas caprichosas o vulgares niñatos hasta límites repelentes en contraste con los personajes castellanos que están tratados con exquisitez celestial.
 
Después de una traición es cogido prisionero el conde castellano Fernán González. Aparece en escena el Rey Ramiro II de pie famélico, tímido, pareciendo un criado. A su lado, aparece el conde Fernán González echado en una cama, grande, robusto, arrogante como un gran señor. Ramiro II suplica al conde «ayúdame porfa, el califa nos está dando por todos lados» A lo que el conde responde «no se, no se, me habéis tratado muy mal-¦lo pensaré y ahora dejadme, estoy muy ocupado con mi siesta»
 
En otra página aparece en escena Alfonso VI, Rey de León y su hermano Sancho, Rey de Castilla. Alfonso VI aparece al estilo de Ramiro II, escuálido, enano, acomplejado. Sancho aparece de una gran envergadura, fuerte, robusto, imponente. Después de la muerte de Sancho vuelve a escena Alfonso VI, ahora alto, fuerte, robusto (claro, ahora es también Rey de Castilla). Luego aparece el Cid Campeador diciéndole a Alfonso VI «tampoco yo tengo ganas de seguir viendo tu careto de vinagre». Ante la convocatoria a Alfonso IX, Rey de León (el personaje más importante de toda la Reconquista) para acudir a la batalla de las Navas de Tolosa, Alfonso IX contestó como si fuera un estúpido niñato »es que estoy muy ocupado, mañana tengo cacería, pasado cetrería y al otro partida de ajedrez»
 
 Asimismo la convocatoria de las primeras Cortes Democráticas de Europa el año 1188 es considerada el germen de las Cortes de Castilla y León (nunca existieron Cortes de Castilla y León) También dice que la primera Universidad española fue fundada en Palencia, que fue trasladada en el siglo XII a Valladolid (se olvidan de la de Salamanca que fue la auténtica primera Universidad española)
 
Esta leyenda llamada Historia de Castilla y León deja muy claro que fue Castilla la gran protagonista de la Reconquista de España. Los leoneses fuimos unos simples acompañantes, criados de los castellanos: Se nos trata de tontines, inútiles e incapaces. Al mismo tiempo, esta historia da a entender que los leoneses, sabedores de nuestra impotencia y avergonzados de ser leoneses, rogamos a los castellanos que nos integráramos con ellos, aunque fuera como criados serviles.
 
Estas cosas sólo pasan en Castilla y León. ¿Se imagina alguien que algo así podría pasar en los otros Reinos medievales españoles? ¿Se imagina alguien que los navarros escribieran una Historia de Navarra y Pamplona, llamando a los pamploneses incapaces? ¿Se imagina alguien que se escribiera una Historia de Cataluña y Aragón, llamando a los aragoneses incapaces? Nadie se lo puede imaginar. Pues esto es lo que ha hecho la Junta de Castilla y León con este libro a través de la Fundación Villalar.
 
Este libro es mucho más peligroso que las tradicionales Leyendas castellanas, porque las leyendas castellanas se fabricaron en los monasterios de Castilla sin ningún rigor histórico con el ánimo de entretener a los nobles castellanos en las frías noches de invierno. Así lo acredita el prestigioso historiador gallego Ramón Menéndez Pidal. El peligro reside en que esta historia se ha escrito con el fin de que sea texto de estudio en todos los centros de estudio de esta Autonomía. Escribir una historia a sabiendas que es mentira, es una inmoralidad. Llenar esa misma historia de dibujos humillantes contra León y los leoneses es una quiebra moral y humana. Los escritores de este libro se creen que aún viven en la época del derecho de pernada
 
Los políticos llevan años reconociendo que en esta Comunidad Autónoma no hay sentimiento de identidad como pueblo. Naturalmente, no puede haberlo porque son dos regiones diferentes, León y Castilla. Lo que no es comprensible es la torpeza de la Junta que piensa que con mentiras y humillaciones al pueblo leonés puede conseguir ese sentimiento de pueblo unido a Castilla. La mentira y la humillación sólo pueden traer desprecio cuando no odio Lo que es menos comprensible es que los políticos leoneses no hayan abierto aún la boca para protestar por semejante bodrio de historia.
 
La Junta de Castilla y León está perdiendo una magnífica oportunidad de ser un ejemplo para el resto de España. Los nobles pueblos leonés y castellano dieron un hermoso ejemplo de luchar juntos para la reconquista de España, invadida por los musulmanes. La Junta está dando una penosa lección de lo que no se debe hacer. En lugar de potenciar las identidades de los leoneses y de los castellanos como dos pueblos diferentes, pero unidos en beneficio mutuo, están ridiculizando la identidad leonesa y glorificando la castellana, que para nada necesita alabanzas de nadie. En unos momentos en los que se está cuestinuando a las Autonomías, Castilla y León, la única Autonomía con dos regiones diferentes, debería ser el ejemplo de cómo otros pueblos podrían vivir juntos en beneficio de todos y de la unidad de toda España.